Elza Soares, el "amor maldito" de Garrincha, está de vuelta
"La mujer del fin del mundo" es el título del disco y del show que resume su vida artística.
Fue la diosa de la música brasileña que amó a Garrincha y Chile tiene buena parte en esa historia.
Su carrera se reactivó cuando la BBC la nombró la mejor cantante en portugués del siglo.
Por Aldo Schiappacasse
Elza Soares está de regreso. Una de las intérpretes históricas del Bossa Nova está de gira por Europa, lanzó un disco que fue elegido el disco del año en Brasil por Rolling Stone, recibió el Grammy portugués y volvió a convertirse en un referente de la cultura popular brasileña.
"La mujer del fin del mundo" es el título del disco y del show que resume su vida artística, que comprende mucha gloria, pero además muchas tragedias y escándalos. Elza Soares fue la diosa de la música brasileña que amó a Garrincha y Chile tiene buena parte en esa historia.
Ambos habían nacido en favelas, en medio de la miseria y del desamparo. Ella tenía tres hijos sin haberse casado, lo que no le impidió hacerse una carrera exitosa en lo musical.
Él ya había ganado el título Mundial del 58 en Suecia, por lo que cuando ambos viajan a Chile para el Mundial del 62, él como estrella y ella como madrina, el resultado era previsible.
Garrincha ya estaba casado, tenía entre seis u ocho hijos, y todas las culpas sobre su vida disipada cayeron en su nuevo amor. Debieron casarse en la embajada de Bolivia en Sao Paulo, porque el divorcio no era permitido en Brasil. La gente se dividía entre la condena y la adoración para la pareja soñada del pueblo, pero despreciada por la aristocracia y el conservadurismo brasileño.
A partir de allí todo fue declive para él y fama para ella. Garrincha siguió alcoholizado, tuvo más deslices, la golpeó a menudo, en privado y en público, aumentó su número de hijos ilegales y debió ser mantenido por Elza.
La tragedia cayó sobre ellos, al igual que la opinión pública. En un accidente de automóvil con Garrincha al volante, la madre de Elza falleció. Fueron exiliados por la dictadura brasileña en 1970 (pese a su increíble registro de 61 partidos con la selección con apenas una derrota, el 3 a 1 contra Hungría en Inglaterra 66), y marcharon a Italia donde la situación no cambió demasiado.
Él volvió a Brasil, terminó jugando por un trago en equipos de pueblo, en un tour que provocaba más lástimas que orgullos.
Ella sobrevivió a su muerte, en 1983, alcoholizado y pobre. Y sufrió la muerte del hijo de ambos, Garrinchinha, en otra accidente de autos.
Su carrera se reactivó cuando la BBC la nombró la mejor cantante en portugués del siglo. Y ahora, con un nuevo disco que define como "un álbum experimental apocalíptica samba sucia" en el que "se ocupa de temas como el racismo, la violencia doméstica, la transexualidad y las drogas" vuelve al primer lugar en su tierra, que, ahora sí, la adora como a una reina.