Una experiencia religiosa
La Copa del Mundo de Düsseldorf es un torneo tan bien pagado y, a la vez, bien organizado que los tenistas se sienten obligados a devolverle la mano.
Por Rodrigo Hernández desde Düsseldorf
La fiesta de Pentecostés marcó un nuevo lleno en el Rochusclub de Dusseldorf. Qué mejor que el feriado para volcarse a las tribunas, especialmente si en la cancha estaban dos de los mejores arcilleros del mundo y últimos finalistas de Roland Garros: Gastón Gaudio y Guillermo Coria.
Los argentinos demostraron que no vinieron a pasear. Se esmeraron en ganar lo más fácil posible a los franceses y aunque por buena crianza digan que el partido de este martes ante República Checa es un duro lance la definición del grupo rojo será el jueves con Chile. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros.
La Copa del Mundo de Düsseldorf es un torneo tan bien pagado y, a la vez, bien organizado que los tenistas se sienten obligados a devolverle la mano.
Coria, saliendo al paso de la tan frecuente duda respecto de la actitud ganadora de los jugadores ante la cercanía del Abierto de Francia, fue enfático: "Vamos a dar todo porque sería una falta de respeto para el torneo, y para la gente que paga su boleto, jugar a media máquina. Personalmente, si no actúo a fondo, mejor me quedo entrenando en Barcelona o me voy directamente a París. Chile es bicampeón y está muy prendido, pero nosotros también estamos con muchas ganas y queremos el título".
El discurso de Coria es creíble. Y da más bonos a quienes postulan la tesis que jugar un torneo la semana anterior a un Grand Slam no es perjudicial. Sin ir más lejos, el año pasado Gastón Gaudio jugó a muerte con Lleyton Hewitt un partido a tres sets en la definición de su grupo justo tres días antes del comienzo del abierto parisino. Estuvo casi tres horas en la cancha y le ganó australiano. Dos semanas después levantaba la copa en Bois de Bulogne.
Como el duelo con Chile es la final anticipada, los trasandinos también se cuidan. Y este martes le darán cabida a Guillermo Cañas como singlista titular en reemplazo de Gaudio. En todo caso, no quepa duda que el "Gato" reaparecerá el jueves para enfrentar a González, a quien le ganó los partidos que jugaron como profesionales.
Chile no tiene ese margen. Al igual que ante República Checa la apuesta es ganar los individuales y preservar a los campeones olímpicos para el match con los argentinos. Ahora, si este martes uno de los dos pierde González y Massú saldrán a la cancha para jugar el dobles decisivo. Así fue acordado.
El Rochusclub es un lugar de ensueño. Emplazado en una zona residencial acomodada de la ciudad está inserto en un pequeño bosque donde los jugadores no dudan en hacer su acondicionamiento físico.
Patricio Rodríguez, capitán del equipo argentino campeón en 1980 con Guillermo Vilas y José Luis Clero en sus filas recuerda que el club está intacto. "No cambió nada en 25 años. El bosque, el club house está igualito", dice con algo de nostalgia. Las canchas son de primera y las pelotas marca Mayor, Roland Garros, las mismas que usarán la semana siguiente en Paris.
Un Mercedes Benz 2005 a la puerta y disponible para cualquier traslado dentro de la ciudad es una de las tantas facilidades. A cambio, los jugadores tuvieron que ir el lunes a una recepción en la casa matriz y probar algunos modelos de última generación. Vaya compensación. Sobre todo, para los amantes del mundo tuerca como Fernando González.
De los premios, ni hablar 400 mil dólares se lleva el equipo ganador. Distribuido según su propio criterio. Un dato, el año pasado Adrián García como número tres del equipo se embolsó más de cincuenta mil dólares. Lejos el premio más suculento de su carrera.
Así las cosas, uno termina por entender la convicción de los jugadores por el título de la Copa de las Naciones aunque sea la semana previa a Roland Garros.