Como Larry por su casa
Larry Stefanki es un técnico reconocido. Estuvo tres años retirado y no se nota. Lo miran con respeto y él, tipo de sonrisa fácil, no duda en charlar con quien se ponga por delante, mientras piensa en una actuación consagratoria de Fernando González en Flushing Meadows.
Por Rodrigo Hernández, enviado especial al US Open
Larry Stefanki se sienta en los sillones de la zona de jugadores como en el living de su casa. Estuvo tres años viendo el US Open por televisión, aunque parece que nunca se hubiese ido. Marat Safín, ex campeón en 2000 y hoy sin coach, lo mira de reojo como deseando que estuviese libre mientras el ex técnico de McEnroe lo único que piensa es una actuación consagratoria de Fernando González acá en Flushing Meadows.
El ex coach de John McEnroe se pasea a sus anchas por el centro nacional de tenis de Flushing Meadows. Vive al otro lado de Estados Unidos, en la costa oeste, en un paradisíaco club de campo de San Diego, pero su largo recorrido en este deporte, primero como jugador y luego como técnico de grandes campeones lo hace sentir particularmente cómodo en la casa mayor del tenis norteamericano.
Larry Stefanki es un técnico reconocido. Estuvo tres años retirado y no se nota. Lo miran con respeto y él, tipo de sonrisa fácil, no duda en charlar con quien se ponga por delante. Muchos comentan que la gran campaña de Fernando González en canchas norteamericanas y su candidatura de segunda línea en el US Open tras Roger Federer, Andy Roddick y Rafael Nadal se deben a su mano técnica. Y, la verdad, no se equivocan.
Llueve y llueve sobre el barrio de Queen's donde está emplazado el complejo de la USTA, y los jugadores se mueven de un lado para otro en el player lounge que se hace chico. Faltan sofás, la guardería infantil está a full y el gimnasio ya no tiene trotadoras disponibles. Algunos incluso elongan en los pasillos. Hay sobrepoblación de jugadores, técnicos, preparadores físicos, familiares y amigos de los tenistas.
De pronto, aparece Stefanki. Toalla al cuello y acompañado de su hijo mayor que viajó desde California aprovechando las últimas semanas de vacaciones. Acaba de hacer una segunda sesión de trote en el día para matar el tiempo. "¿Quieres hablar?", dice de entrada tras saludar cordialmente. La necesaria ducha puede esperar, sobre todo, si el hombre se muestra llano a un diálogo siempre generoso en conceptos.
"Fernando está listo para hacer un gran US Open, jugó realmente bien las últimas tres semanas y está preparado para conseguir algo importante acá", comenta optimista.
¿Esperaba una campaña tan sólida en los torneos previos?
Lo que más conforme me tiene es que Fernando jugó como un verdadero top ten en las últimas semanas. Perdió un par de partidos, pero ganó muchos más y a varios tipos de buen nivel. La clave para crecer en este deporte es jugar bien los Grand Slam y Masters Series y él lo está logrando. Si quieres ser uno de los mejores del mundo debes estar consciente de esta realidad.
¿Y puede confirmar ese buen momento acá en Nueva York?
Claro que puede, eso espero, aunque tampoco puedo predecirlo. No es serio, ni corresponde. Sólo digo que espero que logre grandes cosas en el corto plazo.
¿Llegar a la segunda semana es lo mínimo exigible?
Si pretendes ser un jugador de elite debes hacer la diferencia en los grandes eventos, sentirte mejor que el tipo que está al frente y decir 'hoy no pierdo, este es mi día'. Tienes que aprender a tolerar la derrota, pero hacerte fuerte en la victoria para acostumbrarte a esa sensación y vivirla la mayor cantidad de veces posible.
¿Cuán cerca está la clasificación al Masters de Shanghai?
Está cerca, pero a la vez el margen para equivocarse prácticamente no existe porque Fernando no hizo nada en los primeros cuatro meses del año. Ahí dio mucha ventaja. Seguí su carrera de cerca y hasta antes de la Copa Davis su nombre no apareció por ningún lado. El ya le tomó el gusto al Masters después de haber clasificado la temporada anterior como perdedor afortunado, y quiere volver por la puerta ancha. La opción esta vigente. Dependerá de cómo le vaya acá y luego en Madrid y Paris.
Larry se entusiasma al hablar de González, pero su hijo con una seña demanda su atención y se despide con la misma cordialidad del saludo. Al cabo de un par de segundos se mete hacia el vestuario donde hoy convive la ilusión de los 128 mejores tenistas del mundo.