Australiana Kaylee McKeown dominó la final de los 100 metros espalda con récord olímpico
Ganó la medalla de oro con impresionante registro.
Kaylee McKeown ratificó el empuje de la nueva generación de nadadoras australianas, que parecen empeñadas en acaparar todos los focos en estos Juegos de Tokio, tras proclamarse este martes nueva campeona olímpica de los 100 metros espalda.
Una prueba que desde hace meses todos los aficionados a la natación habían marcado en rojo, ante el apasionante duelo a tres bandas que estaban protagonizando a distancia la propia McKeown, la estadounidense Regan Smith y la canadiense Kylie Masse.
La cerrada pugna entre las tres propició ya en Tokio una memorable ronda preliminar en la que Masse, Smith y McKeown batieron en el espacio de apenas seis minutos hasta en tres ocasiones el récord olímpico.
Un dato que no pareció dejar contenta a la estadounidense Regan Smith que un día más tarde volvió a rebajar la plusmarca olímpica para asegurarse la calle cuatro en la fina con un tiempo de 57.86 segundos.
Eso sí, escoltada por Masse, la vigente campeona mundial, que partió desde la calle cinco, y por McKeown, la plusmarquista universal, que ocupó el carril tres.
Circunstancia que permitió a cada una de las tres contendientes vigilar cada movimiento de sus rivales en un duelo en el que fue la canadiense Kylie Masse la primera en golpear, tras ser la más rápida en la salida.
Una fulgurante puesta en escena permitió a la canadiense alcanzar los últimos cincuenta metros con una ventaja de 29 centésimas sobre la australiana McKeown y de 34 sobre la estadounidense Smith.
Pero Masse, que nadó el último largo en un tiempo de 29.81, no pudo resistir el furibundo ataque final de Kaylee McKeown, que brazada a brazada fue acercándose cada vez más a la canadiense hasta superarla, finalmente, por 25 centésimas.
La remontada tuvo como premio añadido para la australiana, que cumplió 20 años apenas unos días antes de inicio de los Juegos, la consecución de un nuevo récord olímpico con un tiempo de 57.47 segundos, tan sólo dos centésimas más que su propio récord del mundo.
Regan Smith tuvo que conformarse con un crono de 58.05 con la medalla de bronce en una final, en la que pese a no caer el récord, cumplió con creces la expectativas que había levantado en los últimos meses.