Marcelo Salas, de Temuco a las redes del mundo
El delantero chileno escribió una historia plena de distinciones en su brillante trayectoria deportiva.
Logró una profunda identificación con Universidad de Chile y se transformó en el goleador histórico de la selección nacional.
La gloriosa historia de José Marcelo Salas Melinao en el fútbol nacional se comenzó a escribir en abril de 1993, cuando el técnico de Universidad de Chile de ese entonces, Arturo Salah, decidió incluirlo a los 76 minutos en el pleito ante Deportes Colchagua, válido por la Copa Chile.
Hasta ese instante, un muchacho más bien delgado, rasgos mapuches y amigo íntimo de las redes, era un absoluto desconocido. Más se empezó a hablar de él, cuando ingresó como titular el 4 de enero de 1994 en la derrota ante Cobreloa, donde se hizo por primera vez presente en el marcador.
Merced a la calidad de sus goles, el grito de "Matador" comenzaba a resonar por las bocas de los hinchas azules producto de la popularidad que alcanzaba la canción homónima de Los Fabulosos Cadillacs.
Fue ante el archirrival de siempre cuando el nombre de Marcelo Salas se inscribió en los corazones de los fanáticos estudiantiles. Ese mágico día, un 10 de abril de 1994, el temuquense marcó tres goles a Colo Colo y los seguidores azules lo convirtieron desde ya en uno de sus favoritos.
Ese mismo año resultó consagratorio para el ariete. Campeón con la U después de 25 años de la mano de Jorge Socías, aportó con un gol decisivo ante Universidad Católica a tres fechas del final, que a la postre significó el título para los azules.
Durante esa misma temporada, Salas concretó su debut con la camiseta de la selección chilena, anotando -para variar- uno de los tres goles con que el combinado nacional igualó con Argentina en el Estadio Nacional.
Entretanto, el sureño continuaba su romance sempiterno con las redes para sufrimiento de los arqueros que eran testigos de su mortífera zurda. Gracias a ello, la U obtuvo su segundo título consecutivo, en 1995, lo cual por cierto profundizó el amor recíproco entre la barra azul y el jugador.
Tras la salida de Jorge Socías, el argentino Miguel Angel Russo, a esa altura en la banca azul, supo de sus goles y virtudes dentro del área. Marcelo Salas, así, llevó al cuadro azul a semifinales de Copa Libertadores en 1996, culminando una excelente campaña que se vio interrumpida por un grosero yerro arbitral en el cotejo de vuelta ante River Plate.
Su etapa más brillante la vivió en Argentina
Sus rutilantes presentaciones y su excelente estado de forma llevaron a River Plate a fijar sus ojos en el atacante y así fue como recaló en el club "millonario" en 1996, siempre con la duda si triunfaría en un fútbol muchísimo más competitivo como el argentino.
Su estreno con la camiseta banda sangre no pudo ser mejor. En el Estadio La Bombonera y ante el archirrival de siempre, Boca Juniors, le dio el empate a su equipo y los ecos de "shileno, shileno" se hacían sentir desde un rincón del recinto "xeneize".
De ahí es más, goles, títulos y una hinchada que lo convirtió en ídolo. El Apertura 2006, Apertura 2007, Clausura 2007 y Supercopa 2007 -con un "doblete" en la final ante Sao Paulo- figuran entre los máximos logros con la camiseta de la tienda de Núñez, lo que le valió además ser elegido como mejor futbolista en tierras trasandinas y en el subcontinente.
Goles y decepciones
Luego de una soberbia actuación en el Mundial de Francia 1998, AS Lazio decidió contar con sus servicios y no defraudó, alcanzando dos Supercopas italianas (1998 y 2000), una Liga italiana (2000), una Recopa (1999) y una Supercopa de Europa (1999), con un gol determinante del chileno ante Manchester United.
En 2001 pasó por Juventus, pero su paso resultó desafortunado, pues sufrió una dura lesión en su rodilla derecha, lo que le impidió rendir apropiadamente en el cuadro de Turín. Aún así, consiguió levantar la copa en la liga italiana junto a su equipo los años 2002 y 2003.
En 2003 sentenció su regreso a Argentina, ya con la lesión a cuestas. Su vuelta a River Plate fue con altibajos y críticas de por medio, pero Salas igual se las ingenió para ganar su cuarto título nacional con los "millonarios" ese mismo año (Clausura 2003).
Volvió a sus orígenes el año 2005, cuando optó por retornar al club de sus amores: Universidad de Chile. Con un rendimiento disparejo producto de sus afecciones, se transformó en el líder natural que llevó a los azules a jugar dos finales (Clausura 2005 y Apertura 2006), aunque no pudo alzar la copa.
El último partido oficial del "Matador" ante Cobreloa de este domingo quedará grabado en la memoria de los hinchas azules y del fútbol chileno. Se retira uno de los más grandes representantes de nuestra poco agraciada historia deportiva, a la misma altura tal vez de Elías Figueroa e Iván Zamorano. Un jugador que gritó campeón en cada camiseta que vistió y que se inscribirá en la vitrina de los más valiosos emblemas de nuestro balompié.