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Nada personal

Harold Mayne Nicholls, el presidente de la ANFP congregó ayer en Puerto Ordaz a la prensa acreditada para pedirles apoyo ("pónganse las pilas" fue su expresión) para desalojar a Soda Stereo del Estadio Nacional.

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Por Aldo Schiappacasse desde Venezuela.

 

Para ser entrenador –para comandar un grupo humano, sobre todo de hombres- hay que manejar los sentimientos. Hoy, por ejemplo, tenemos a uno de los nuestros (Luis Jiménez) con un soplo al corazón. El deterioro de su autoestima lo obligó a marginarse de la Copa América justo cuando pasaba por su mejor momento (futbolístico). Otro -David Pizarro- está enojado con el mundo, o más bien con Chile. Con los periodistas, con sus compañeros, con el técnico o con esa entelequia indefinida que es el "medio". Renunció a la selección y jura no volver.

 

Por eso cuando el doctor Montes diagnosticó antes del entrenamiento que Matías Fernández tenía una "distensión del alma", nadie reprochó el dictamen. Ni preguntó cuál sería el tratamiento. El cabro está deprimido por razones que uno intuye solamente, porque no verbaliza, no echa afuera, no comparte con gente con sentido común, sino que con sus compañeros. La terapia quedará en manos... del "calvo estratega" porque esta selección –tipos duros- no le trabaja al sicólogo. Seremos quemados: justo cuando más lo necesitábamos.

 

Esta generación de futbolistas no cree en el sicoanálisis, sino en el tarot, las brujas, el ron cola y el chat, todas cosas que a mí me inspiran profunda desconfianza. Casi tanta como los sicólogos.

 

A propósito, Harold Mayne Nicholls, el presidente de la ANFP congregó ayer en Puerto Ordaz a la prensa acreditada para pedirles apoyo ("pónganse las pilas" fue su expresión) para desalojar a Soda Stereo del Estadio Nacional, que el flemático timonel quiere reservar sólo para las eliminatorias. Yo no estaba, como siempre, porque habría levantado la mano para dar mi opinión, pero a esa hora o estaba escribiendo o atacaba sin misericordia el desayuno.

 

Personalmente, siempre desconfié de Soda Stereo. Nadie que se peinara de esa manera, se arreglara los ojos y que cuadrara la métrica con un oh, oh, oh podría provocarme emoción y mucho menos llevarme a la histeria. Yo estaría por proscribirlos del "Coliseo de Ñuñoa" pero entiendo que hay toda una generación huérfana de los ochenta, que se refugió o en el pop algo desabrido de Soda o en la genial marginalidad de Los Prisioneros. Yo agregaría, por cuenta personal, a Miguel Mateos, que me parecía más viril y vigoroso en su propuesta. Yo intenté bailar con mi sombra en la pared, pero la doña no llevaba bien el ritmo.

 

En fin, a lo nuestro. Los Sodamaníacos tienen todo el derecho a usar el Nacional siempre y cuando lo dejen tal cual lo encontraron. Lo mismo va para Police y cuanto grupo rearmado en busca de ganancias se atreva a venir: Abba, Village People y Cinema incluidos. En el mundo de hoy me parece increíble que no sepamos proteger la cancha adecuadamente, sobre todo porque los fans de estos muchachos ya son gente tranquila, mansa, que en una de esas irá acompañada de sus hijos en el imposible afán de que comprendan su época.

 

El fútbol tiene una misión más importante que andar persiguiendo a Cerati y Sting. Y es incentivar la construcción de estadios... para el fútbol. O sea, de las sociedades anónimas. La actividad se privatizó y es hora de que los "inversionistas" asuman su rol. Si los estadios son del Estado, tiene éste todo el derecho de prestárselos a quién lo requiera con la condición de que los cuiden, situación que, demás está comentarla, los hinchas de los clubes están lejos de cumplir.