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La columna de Rodrigo Goldberg: La traición de Sampaoli

"Es rehén (ahora sí que sí)", sostuvo el comentarista de Al Aire Libre.

Foto: Aton La columna de Rodrigo Goldberg: La traición de Sampaoli

Por Rodrigo Goldberg, @Polaco_Goldberg

Más de algún suspicaz pensará que esta columna trata del comportamiento ético del entrenador de la selección argentina. Más de alguno pensará, al ver el título, que trata de una especie de ajuste de cuentas por haber dejado a la Roja.

No. No se trata de eso.

Se trata de la traición que cometió Jorge Sampaoli contra sí mismo, contra su concepto y contra lo que lo llevó tan arriba en su carrera.

La selección argentina es todo lo que no vimos de su exitoso trabajo en Chile. Un equipo abúlico, canchero al peo y que aún tira el currículum encima como para ver si logra golpear la mesa.

Pero no lo logra porque falla en la pregunta fundamental. El paradigma Messi. "Rodearlo bien para que gane el partido".

Por características individuales Messi aparece como el mejor del mundo y, como tantos otros técnicos, busca insistentemente en acomodar el equipo al 10. Colectivamente es muy diferente.

Mientras tanto, la "Pulga" camina la cancha buscando respuestas que nunca llegarán. Y claro, cuando lo hace en Barcelona aparece Busquets, Rakitic o un descomunal Iniesta que todo lo hacen ver fácil. Entonces el argentino se vuelve a activar y saca toda su clase.

En la selección transandina es todo lo contrario. Las miradas angustiosas lo buscan clamando por respuestas, rogando que saque un conejo del sombrero y que mágicamente solucione todo. No solamente no aparece su magia, tampoco aparecen las ganas. No es casualidad que de toda la primera ronda del Mundial el astro argentino haya sido el jugador con menos recorrido.

Tristemente Argentina entra con 11, pero juega con 10.

La selección no entiende a Messi y Messi no entiende a qué diablos juega su equipo nacional. Es ahí precisamente donde el técnico debe influir de manera decisiva y contundente. Pero no lo hace y tampoco lo hará. Al contrario, hunde al equipo en sus propias confusiones. No deja de ser curioso, por ejemplo, que alineara a Enzo Pérez de titular en circunstancias que fue convocado de urgencia por la lesión de Lanzini. En estricto rigor no estuvo en la lista final de los 23.

El DT casildense sigue rogando por encontrar esa formula mágica que le permita encontrar el equipo ideal. Interiormente sabe que se está haciendo trampa. La solución debe ser revolucionaria, pero la circunstancias ideales ya pasaron y hoy le toca remar con lo que le queda mientras observa a su selección jugando a nada.

Jorge Sampaoli debe estar viviendo el momento más tenso de su carrera y no puede acudir a su ideario. No puede porque está atrapado. Es rehén (ahora sí que sí) de un grupo de superestrellas intocables que juegan a lo quieren jugar y, salvo un par de bravuconerías, no tienen el carácter para enfrentar la adversidad.

Argentina sigue sin aceptar su momento y cree en el viejo adagio, ese de "todo va a estar bien" y quién sabe si igualmente clasifica. Pero también sabe que las cosas no marchan bien.

Jorge Sampaoli transó lo más sagrado que tenía por dirigir a su selección. Esa sí es traición.