La columna de Rodrigo Goldberg: La mentada garra
El comentarista de Al Aire Libre analizó la derrota de Uruguay a manos de Francia.
Uruguay vuelve a casa con la amargura de no pasar a semifinales de la Copa del Mundo y las razones son mucho más profundas que el grosero error de Fernando Muslera. Es más. Señalarlo a él como responsable único termina siendo un despropósito y una mirada peligrosamente sesgada.
La popular garra charrúa es histórica por varias razones. En más de un partido le ha permitido equiparar fuerzas o nivelar habilidades. En más de algún partido también ha provocado errores rivales que ha sabido capitalizar.
Pero todo tiene un límite, incluso la garra. Y Uruguay lo desconoció. Puso todo lo que tenía de corazón, pero dejó en el camarín la cuota de fútbol necesaria. Imperdonable para un equipo que quiere avanzar en el Mundial.
Hay dos factores fundamentales que podrían explicar esta eliminación. La primera es la ausencia de Edinson Cavani. El delantero del PSG es más que solo un delantero. Recupera, es solidario y además marca en el arco contrario. Pero algo más. Es el calce perfecto de Luis Suárez. Arrastra marcas y se le ofrece constantemente para una triangulación como lo demostraron ante Portugal. Su reemplazante natural, Christian Stuani, tiene menos desplazamientos y es tan receptor como Suárez. Si bien tiene mejor juego aéreo es mucho más estático. Si a esto le sumamos el ya conocido retraso de su línea de mediocampo tenemos como resultado un equipo totalmente partido con dos delanteros huérfanos y desasistidos.
El segundo error es consecuencia del primero y tiene que ver con el rearmado táctico al cual Tabárez no le dio una correcta lectura. El exceso de celo en la marca no le permitía salir a jugar el partido. Y más allá de algunos errores puntuales de Mbappé o Pogba, siempre trataron de jugar. En todo momento buscaron asociarse con Griezmann y darle sentido a la circulación de balón. La posesión bien conceptuada se aleja mucho del latero tiqui taca y pone el balón como un medio para llegar a una meta y no como el fin mismo.
Si a esto le sumamos los detalles tenemos entonces el cuadro completo. El primero. Es curioso que teniendo centrales altos, que además juegan juntos,
Dos de los tres goles que recibió Uruguay en este Mundial fueron de pelota aérea. Segundo, mientras Lloris salvaba espectacularmente el cabezazo de Martín Cáceres, Muslera regalaba el segundo de los galos.
La garra sirve y mucho, se agradece y se aplaude, se destaca y ensalza. Pero para una Copa del Mundo no es suficiente si no sales a jugar aún que sea un poquito.