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La columna de Pelotazo: La vergüenza de los 7.000 días

Desde 2000, al menos, que vivimos hechos lamentables en los estadios.

La columna de Pelotazo: La vergüenza de los 7.000 días
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El 3 de diciembre de 2000 Colo Colo venció 2-1 a O'Higgins por el torneo nacional con goles de Pablo Gaglianone e Ignacio Quinteros. Descontó Ricardo Viveros.

En ese encuentro ocurrió un hecho que pasó a la historia más que el partido mismo: Sandor Voisin agredió con un cuchillo a Manuel Saavedra. ¿No te suenan los nombres? El "Barti" y el "Huinca".

Desde ese día hasta la bomba de estruendo que le cayó a Nicolás Blandi pasaron 7.014 días. Casi 20 años donde entre medio pasaron suficientes hechos como para que la autoridad se pusiera los pantalones con respecto a sacar la violencia de los estadios.

Seis años antes, el 31 de agosto de 1994, el Ministerio de Justicia lideró la aprobación de la Ley 19.327 de Derechos y Deberes en los Espectáculos de Fútbol Profesional. ¿Algún cambio? Ninguno. Basta con ver lo que pasó en el Monumental.

Sin embargo, todo ser humano tiene derecho a una segunda oportunidad. Fue así como el 10 de junio de 2015 el Ministerio del Interior y Seguridad Pública dio cabida a la Ley 20.844 que estableció Derechos y Deberes de Asistentes y Organizadores es Espectáculos de Fútbol Profesional. ¿Algún cambio? Ninguno.

¿Vamos a esperar una tercera ley? Para qué. Si cuatro años antes, cuando todo parecía perdido, el Estado creó Estadio Seguro el 30 de abril de 2011. Y lamentablemente, todo siguió igual.

Entre leyes y organismos siguieron los fuegos artificiales dentro de los estadios pese a ser prohibidos. Porque lo de Blandi no es nuevo. El 10 de febrero de 2012 en el Estadio Santa Laura le tiraron una bengala al portero de Iquique, Cristián Limenza. El juez Patricio Polic suspendió el partido y en ocho años no ha cambiado nada.

Seguimos igual que hace 20 años. Cualquiera entra a un estadio lo que quiere. Cualquiera, corrección, casi cualquiera entra a un estadio lo que quiere y sigue entrando después. Nadie lo castiga.

Porque lo del 6 de diciembre de 2015 en Valparaíso pareció ser la gota que rebalsaba el vaso. Cientos de hinchas de Wanderers y Colo Colo se atacaron dentro de la cancha con palos y cuchillos, suspendieron el partido y ellos siguen ingresando a los estadios.

¿Entonces cuándo para esto? ¿Cuándo muera alguien dentro de un estadio? Acá hay una clara ineptitud de la autoridad para tomar decisiones definitivas y parar con este show de año tras año.

Lo más fácil es culpar al estallido social de octubre de 2019, pero queda claro que los estadios son tierra de nadie hace al menos 20 años. Y como lo son, es terreno ideal para estar y manifestarse como plazca. Total no pasa nada.

Es difícil que haya cambios ahora. Porque si cuando el país estaba "bien", "tranquilo", no pasó nada, se ve complejo que ahora el Estado se preocupe del fútbol.

Esto no se enfrentó a tiempo y hoy se paga por ser despreocupados, por ser ineptos.

Y lo peor, los que pagan son los hinchas. Porque ya está instalado el miedo de asistir a un recinto sin saber si volverás a la casa sin problemas.

Pese a que el Gobierno está en otra, mínimo que la ANFP haga sentir su preocupación. Si es que la tiene, claro está.

No hay para cuándo.