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La columna de Pelotazo: El tapabocas de Reinaldo

En una semana crucial para la Roja hay que aceptar el aporte del técnico colombiano.

La columna de Pelotazo: El tapabocas de Reinaldo
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Cuando Reinaldo Rueda asumió en la Roja corrió un primer riesgo: llegar a un camarín quebrado. Hasta ahora, va bien.

Durante un año y medio corrió un segundo riesgo: buscar recambio para la selección chilena. Como la dirigencia le dijo que el gran objetivo era clasificar a Qatar 2022, y él creía que con lo que tenía no bastaba, probó hasta que se cansó.

En esa línea encontró un reemplazante para Claudio Bravo (Gabriel Arias), uno para Gonzalo Jara (Guillermo Maripán) y uno para Marcelo Díaz (Erick Pulgar). Con una salvedad, el segundo y el tercero debutaron en la Roja con Juan Antonio Pizzi, por lo que el arco es el único hallazgo y la gran apuesta del colombiano.

No es menor, porque en esa posición probó en partidos a Johnny Herrera, a Gonzalo Collao, a Fernando de Paul, a Brayan Cortés, a Arias y se quedó con el último. No era fácil encontrar a alguien que tomara la posta del capitán de la selección por diez años y puntal del bicampeonato de América. Es cierto que al jugador de Racing le ha faltado un partido consagratorio, sin embargo, por ahora no ha sido necesario. Por ahora, va bien.

Cuando conformó la nómina de 23 jugadores corrió un tercer riesgo: convocar a Eduardo Vargas tras un año, siendo que él mismo lo había marginado de las convocatorias. En el último amistoso antes de la Copa América hizo un gol y en el primer partido del torneo convirtió dos tantos. Le resultó.

Ese duelo del debut fue ante Japón y el DT corrió un cuarto riesgo: alinear a Alexis Sánchez que no estaba al 100%. Hizo un gol. Le resultó.

Luego vino el choque ante Ecuador y corrió un quinto riesgo: poner en el once inicial a Arturo Vidal que no estaba al 100%. Fue uno de los mejores de la cancha. Le resultó.

Tras esos triunfos fue el momento de enfrentar a Uruguay y correr un sexto riesgo: cambiar el sistema táctico de 4-3-3 a 5-3-2 y guardar a los jugadores que tenían amarillas para no sufrir suspensiones para cuartos de final. Perdió y ante ello lo lógico era decir que no le resultó, sin embargo, este riesgo duró 180 minutos.

Porque todo lo hecho ante la Celeste tuvo consecuencias directas en el choque ante Colombia, donde no hubo bajas y donde se logró ganar la llave por lanzamientos penales. O sea, le resultó.

¿Cuál será el séptimo riesgo? Supongo que alinear a Charles Aránguiz y Arturo Vidal ante Perú, a sabiendas que con una nueva amarilla se pierden el duelo por el tercer puesto o la final. Pero hay que correrlo. Ante Uruguay se podían guardar "balas", ahora no.

Al cierre, el título. De Rusia 2018 quedamos fuera por dos míseros goles. Eso no fue por jugar mal, fue por no concretar o no definir en determinado momento. Por un detalle. O por dos.

Por lo mismo el recambio estaba de más, no había que buscar nada en el corto plazo porque con estos jugadores aún había chance de lograr cosas. Pasaron los meses y estos jugadores no se reunían nunca.

De hecho Charles Aránguiz, Arturo Vidal, Eduardo Vargas y Alexis Sánchez enfrentaron a Suecia en marzo de 2018 y no se vieron más en cancha hasta el duelo con Japón en junio de 2019. Demasiado tiempo para no verlos juntos.

Ya en un mes que lleva reunido el plantel con el colombiano se han revalidado los objetivos, pero se ha cambiado el camino para llegar a ellos. Antes era casi todo ataque, ahora es ataque cuando se necesita. Antes casi nunca se privilegiaba lo defensivo, ahora se defiende si el contexto lo requiere. Ante Ecuador se ganaba por la mínima y Rueda hizo tres cambios para defender la ventaja. Le sirvió.

Y ahí está el aporte del cafetero. Buscando el éxito para Chile, pero de una forma distinta a como fue bicampeón. Siendo pragmático, sin volverse loco atacando y sin sonrojarse defendiendo. Independiente del desenlace en la Copa América, ya mostró su capacidad y es momento de aceptarlo y agradecerlo.