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La columna de Marcelo Barticciotto: Gracias a Dios jugué en otra época

El comentarista de Al Aire Libre expresó sus críticas al fútbol actual.

La columna de Marcelo Barticciotto: Gracias a Dios jugué en otra época

El romanticismo, el amor por la camiseta, la pasión por tu equipo, el besar el escudo después de enamorarte verdaderamente de él, el querer salir campeón con el equipo de tu alma, el gritarle un gol a esa hinchada de la que alguna vez fuiste parte, el soñar con sacar al equipo de tu alma campeón, era lo máximo. Era casi como tocar el cielo con las manos, eran nuestros sueños de niños, jugar al fútbol, ser futbolistas profesionales, para hacer lo que siempre quisimos y anhelamos.

Primero jugar al fútbol, después defender el equipo que fuiste siempre hincha, gritar los goles con esa camiseta y besártela porque realmente la amabas desde niño o la aprendiste amar con los años, sacarlo campeón y que tu nombre quede en la historia, imborrable y para siempre, que ese nombre traspase generaciones, que tu abuelo le hable a tu viejo de lo grande que era ese jugador, y que tu viejo te lo cuente a ti es lo máximo, aprendías a amar a alguien y lo transformabas en ídolo sin siquiera haberlo visto jugar. Si eso no es amor, díganme ¿qué es?

¿Cómo cambió todo? ¿Que nos pasó? ¿Adónde dejamos todo eso? ¿Por qué no hemos podido frenarlo? ¿Somos todos responsables? Esas son algunas de las preguntas que nos deberíamos hacer.

Ahora la gran mayoría quieren ser futbolistas para ser famosos y millonarios, para salir en la televisión y en los diarios, para que se hable de ellos y de su entorno. Lo demás pasa a segundo plano. Da lo mismo el equipo en donde juegues, da lo mismo si salgo campeón, da lo mismo que el día de mañana nadie se acuerde de mí, da lo mismo si juego dos partidos y tengo que besar la camiseta, total todo vale, si me va a servir para que me vendan, me haga famoso y millonario, bienvenido sea, no hago lo que me nace desde el alma y del corazón, sino que me programo, lo planifico, sé adonde me va a llevar entonces hago lo que sea para conseguir el objetivo.

Antes, primero eran el amor, la pasión y la gloria, ahora, es el dinero, la fama y el estatus.

El orden de los factores acá sí alteran el producto, se trastocaron los valores, la esencia, el fondo, ya no es el centro el jugar, el amor y la pasión por encima de todo, se han antepuesto el dinero y la fama, y barrió con todo, y casi todos se rindieron ante ellos.

Muchos DT no están tan lejanos de esto tampoco, sus discursos dejan más dudas que certezas, cada vez son los menos los que hablan desde el corazón sino que preparan sus declaraciones como planifican sus entrenamientos, todo debidamente estudiado y analizado, dicen lo que a la gente le gustaría escuchar, dicen mucho pero hacen poco, muchas palabras y pocos hechos, se comprometen y no cumplen, juran amor y ni siquiera tienen un poco de cariño.

No se hacen respetar, no hacen respetar sus ideas, se dejan pasar a llevar (por sus jugadores y por sus dirigentes) transan, aceptan, agachan la cabeza, se amoldan, prefieren permanecer en sus cargos disfrazados de otros que ellos no son, antes que ser auténticos, imponerse, hacerse valer; pero claro, saben que de esa forma van a durar poco, porque hay miles esperando y dispuestos a acomodarse, y aceptar lo que venga con tal de conseguir su puesto, su lugar de trabajo. Transar sus ideales está dentro de sus opciones con tal de quedarse en el sistema.

¡Qué poca dignidad hay hoy en día! ¡Qué poco se hace por mantenerla y defenderla!

Hablan de contratos, de compromisos, de lealtad, de respeto, y le ponen cláusula a todo, por si me llegan a ofrecer más en otro lado, hago valer la cláusula, de esa forma no estoy siendo desleal o faltando al compromiso, solo estoy haciendo respetar lo que firmé, como si eso me eximiera de todo, como si eso me restara culpas y no me hiciera quedar tan mal parado.

Ahora se planifica todo, desde los entrenamientos, hasta los contratos, los festejos de los goles, las declaraciones de jugadores, técnicos y dirigentes.

No sé quiénes habrán sido los inventores, pero el humo le ha hecho muy mal a esta profesión, y ha tapado en gran parte al amor, la pasión, la dignidad, la ética, la moral y el compromiso que existía antes.

Ojo, que sea normal y recurrente todo esto, no quiere decir que esté bien, que uno debería aceptarlo, o que se rinda ante estas prácticas; respeto su opinión, pero la mía es que no es normal, no está bien y también me cuesta aceptarlo, yo por lo menos todavía no me rindo, y espero no hacerlo nunca.

¡Ah me olvidaba!, por si no leyó bien el título de ésta columna o se le olvidó, se lo repito...GRACIAS A DIOS JUGUÉ EN OTRA ÉPOCA.