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La columna de Manfred Schwager: El camino largo

Revisa el comentario del periodista de Al Aire Libre en torno al presente de la NBA.

La columna de Manfred Schwager: El camino largo

Por Manfred Schwager, @mschwagerv

Uno de los efectos del límite salarial en la NBA es que todos los equipos, sin importar su fama o sus recursos, deben echar mano a los jugadores de rol. Aquellos que cumplen una o más funciones esenciales en el juego y que propician que el todo sea más que la suma de sus partes.

La mayoría de esos jugadores son los que no vienen precedidos de una gran fama en su época escolar o universitaria, o bien aquellos extranjeros que no han sido estudiados a cabalidad por los veedores de las distintas franquicias. Pero también existen los casos de basquetbolistas que pasan muy desapercibidos hasta que logran explotar en la liga.

El último protagonista de una historia así es el alero Alfonzo McKinnie. El jugador tuvo un discreto rendimiento en su época como amateur, al punto que sólo recibió una oferta para integrarse a la Universidad de Eastern Illinois, que remató penúltima en su conferencia en las dos temporadas que McKinnie estuvo allí.

Luego se transfirió a la Universidad de Wisconsin-Green Bay, donde tampoco tuvo mayores éxitos. Si bien se inscribió en el Draft del 2015, donde fueron escogidos Karl-Anthony Towns, Kristaps Porzingis y Devin Booker entre otros, McKinnie no logró entusiasmar a ningún equipo de la NBA.

Su siguiente paso fue disputar la segunda división del básquetbol de Luxemburgo, categoría semiprofesional donde destacó como un prolífico anotador. Una llamada de un cercano lo llevó luego a México, lugar en que también se hizo un nombre por su aporte en el ataque.

De vacaciones en su natal Chicago en 2016, pagó 175 dólares para una prueba en los Windy City Bulls, equipo de la G League donde participó algunos meses antes de ser despedido. Por insistencia llegó a Toronto, donde alternó minutos en la NBA y en su afiliado, 905 Raptors, a lo largo de la última temporada.

Nuevamente despedido de su equipo, McKinnie consiguió una invitación para participar en septiembre de la pretemporada de los bicampeones Golden State. Su esperanza era asegurar un contrato especial que le permitiera jugar con los Warriors y con sus afiliados, los Santa Cruz Warriors.

Pero su buen trabajo en los entrenamientos y una disputa contractual entre la franquicia y el escolta Patrick McCaw hicieron que Golden State le entregara un contrato garantizado por dos temporadas. Una oportunidad que McKinnie ha sabido aprovechar, promediando 6,3 puntos en 15,7 minutos por partido, e incluso sumando su primer doble-doble en la liga.

Luego de hacer el camino largo, Alfonzo McKinnie está demostrando que pertenece a la NBA. Tres años después de pasar desapercibido en el Draft, y luego de ser desvinculado por dos equipos, hoy el alero es parte de una franquicia que –pese a sus problemas del momento– aspira a lograr su tercer anillo consecutivo.

Y quizás esa es una de las ventajas que ha ayudado a los Warriors a ser campeones en el último lustro: el buen ojo para detectar lo que nadie más pudo ver en jugadores que se han convertido en buenos aportes para su rotación.