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La Columna de Leonardo Burgueño: El deja vu de Francia campeón

El periodista de Al Aire Libre y técnico de fútbol analizó al ganador del Mundial de la FIFA que se realizó en Rusia.

La Columna de Leonardo Burgueño: El deja vu de Francia campeón

Hay tres cosas que unen el título de Francia de 1998 y al actual: las celebraciones en Champs Elysees, la presencia de Didier Deschamps y que el centrodelantero se marchó del Mundial sin anotar un solo gol.

Más allá de esos alcances, esta selección se parece en varios aspectos a la de hace dos décadas, porque este equipo también se armó de atrás hacia adelante.

Aquella que dirigía Aime Jacquet salía de memoria: Barthez; Thuram, Blanc, Desailly y Lizarazu. Incluso, se le podía agregar a Deschamps y Petit.

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Y esta que comanda el mismo capitán del Mundial 98 también fue la misma durante la copa (salvo el de Dinamarca cuando estaba clasificado): Lloris; Pavard, Varane, Umtiti, Hernández; Kanté y Pogba.

Las similitudes se podrían a extender que Blanc y Thuram anotaron goles decisivos para superar las etapas de octavos y semifinales, mientras que Pavard, Varane y Umtiti lo hicieron ahora en octavos, cuartos y semifinal.

Incluso, las comparaciones podrían llegar al joven Thierry Henry (20 años) con el actual Kylian Mbappé (19).

En definitiva, aquel equipo que celebró por primera vez en París fue la inspiración de este equipo.

Las claves del campeón

El equipo se comenzó a armar a partir del segundo partido con el ingreso de Olivier Giroud (31 goles en 81 partidos internacionales). Porque en el primer encuentro fue Mbappé el que ocupó el espacio del “9”.

A partir de ese punto, el equipo se estructuró con un 4-3-3 con Lloris; Pavard, Varane, Umtiti, Hernández; Pogba, Kanté, Matuidi; Mbappé, Giroud, Griezmann.

El dibujo le daba la posibilidad a los laterales de sumarse en posiciones ofensivas, incluso los dos al mismo tiempo, como en el segundo gol ante Argentina.

El respaldo y los relevos estaban a cargo de Kanté, mientras que Pogba y Matuidi ocupaban pasillos interiores para dejarle los carriles exteriores a los marcadores de punta.

Después, los tres en punta tenían bien definidos las ubicaciones: Mbappé abierto a la derecha para provocar el uno contra uno contra el lateral izquierdo; Giroud fijando a los centrales rivales y Griezmann más libre, sin posición fija, muchas veces detrás del centrodelantero y otras junto al “9”, aunque pocas veces por la izquierda porque por allí llegaba más Hernández.

Un equipo que hizo seis goles de pelota parada: tres de penal de Griezmann y otros tres que salieron del pie zurdo del jugador de Atlético de Madrid para que Varane, Umtiti y Mandzukic, en su arco, anotaran.

“Se necesitará tiempo para digerir nuestra decepción”, dijo Deschamps, el 10 de julio de 2016, después de perder la final de la Eurocopa ante Portugal.

Y en dos años se repuso y fue campeón del mundo. Como hace años. Un auténtico, y nunca mejor aplicado, “deja vu” francés.