La columna de José Arnaldo Pérez: Estamos en la B

Por José Arnaldo Pérez, @Chascaperez

Y allí está Nueva Zelanda, con un estadio lleno, repleto, colmado al máximo, que los quiere ver, no sólo desplegando su talento del Rugby en cancha, también en su tribal arenga previa a los partidos, el popular Haka. Aunque el deseo de todo rival es siempre derrotar a su adversario, para la mayoría presenciar este espectáculo originario del pueblo Maorí hace guardar silencio y no perderse detalle alguno. El mutismo de la concurrencia permite observar minuciosamente este ritual, luego de él la ovación es el justo y merecido pago. Y ahora al partido.

Todo amante del rugby sabe que éste es el choque del año, y quizás de mucho tiempo. Los adeptos buscan ver las transmisiones, seguirlo de alguna manera si no hay televisor de frente. Porque será uno de los eventos más relevantes del deporte durante el 2018. Y no se le puede perder, no en vano al frente está el mejor equipo del mundo.

Arranca el partido, y los All Blacks se miden con Irlanda. ¿Irlanda? Sí, Irlanda. De qué creen que hablamos, si en Dublin, en el Aviva Stadium ponía en cancha a los más destacados equipos de la ovalada del 2018.

Eso lo sabía cualquier amante de esta disciplina, incluso algunos no tan versados en él. Los antecedentes no pueden ser mejores. El actual campeón del mundo, y además el ganador del Championship (evento que aglutina a los mejores "quince" del hemisferio sur) frente al actual ganador del "Seis Naciones" (los mejores elencos del norte). Y como aditivo extra, en la antesala del Mundial de Japón del 2019. Para muchos los principales candidatos (no los únicos) a llevarse la Webb Ellis. Por tal motivo este lance concentraba las miras a nivel planetario.

El encuentro fue reñido. Los europeos se ponen tres a cero arriba con un penal de Jonny Sexton, pero los oceánicos los empatan por medio de Barrett Pen. Y las acciones siguen igualadas luego en seis puntos. Previo al descanso Sexton deja a los "verdes" arriba 9-6. Y tras el descanso Jacob Stockdale logra un ensayo. Las acciones siguen disputadas. El marcador termina 16-9 para Irlanda, en un partido reñido al máximo. Los fanáticos del "Trébol", y la prensa especializada, lo dicen sin problema alguno: "son el mejor equipo del mundo". La celebración se desata como lógica reacción.

En Chile, a la misma hora, vaya curiosidad, nuestra selección, los "Cóndores", chocan en San Carlos de Apoquindo con el equipo secundario de Nueva Zelanda, los "Maorí All Blacks". Algunos de estos neozelandeses han incursionado con el "quince" estelar.

La derrota era esperable, incluso con tintes de paliza. Como así fue. 73-0 para los forasteros. Y situémonos en el verdadero sitial que nos corresponde, estamos en la "B" del rugby a nivel planetario. Y no es algo ignominioso, la verdad no debe doler, al contrario es para sacar conclusiones si se quiere crecer de verdad. Y es por eso, por esta exacta razón que se trajo a este equipo. Un "team" que algunos dicen que si participara de un mundial con sus máximos potenciales no es descabellado que las dos selecciones de Nueva Zelanda disputaran la final entre ellas.

Acá somos tan dados a sacar conclusiones irrefutables, que de tal tienen sólo el calor emocional de momento, ya que de racional poco. La fiesta que se vivió en el estadio de la UC marca un hito enorme. Un equipo amateur, como el nuestro, frente a una potencia profesional. Y para que no parezca un triunfo moral expuesto por los propios chilenos citemos al capitán de los adversarios, Ash Dixon fue claro "es difícil hablar de los jugadores chilenos, en el sentido de que en su país el rugby no es el deporte número uno. Pero les transmito que deberían estar muy orgullosos de sus jugadores". De eso se trata, situarse y saber nuestra realidad. De este partido más de algún niño saldrá fanatizado y deseoso de jugar rugby, salir airoso y que Chile se codee y dé pelea a las potencias. En el Rugby Siete se ha crecido mucho, y de hecho ya se ganó a Nueva Zelanda. El "quince" es aún más complejo, y para eso se debe trabajar duro, y de forma permanente. Porque se quiere. Es el anhelo de todos los que aman este deporte. Y visitas como las de los "Maorí" ayudan. Por ahora, aunque con ganas de cambiar y no engañar a nadie, se es consciente, estamos en la "B".